Me gusta pasear por los cementerios. Siempre que visito una ciudad nueva intento conocer su cementerio, sobre todo si es famoso. El último que he tenido la oportunidad de visitar ha sido el de Bilbao. Y me ha encantado. Creo que es el más bonito que he visto hasta ahora, al menos en España. Toda una exposición de escultura funeraria al aire libre, gratis y en plena naturaleza ya que un precioso mar de césped esmeradamente cuidado se extiende entre las lápidas y mausoleos plagados de apellidos vascos, recuerdos cariñosos y visos de eternidad.
Me gustan los cementerios por la paz que transmiten. Grandes dosis de calma, sosiego, egos ya disueltos como azucarillos en el mar de la quietud, donde reposan espíritus imbuidos de atemporalidad. Arte y muerte, dolor y esperanza de la vida imperecedera. Los cantos de los pájaros te recuerdan felizmente que estás vivo, y la belleza que se observa hace que des gracias a Dios por poder contemplar tanta maravilla.
Lo descubrí casi de casualidad, ya que hay que coger un autobús destino Derio para llegar allí y quedé boquiabierta y emocionada ante el despliegue de arte que se abría ante mis ojos.
Siempre que visito un camposanto tengo la costumbre de rezar un Padrenuestro, Avemaría y Gloria por las almas de todos los enterrados allí. Es lo menos que se puede hacer a cambio de tanta paz como te regalan sin más presencia que su recuerdo tallado en piedra. Son los recuerdos de los seres que son y fueron, y que serán siempre en otra vida, la Vida que seguramente ya disfrutan. Alejados del ruido, de las prisas, de la ansiedad, de la vanidad, de la competitividad... alejados de nuestro loco mundo, en definitiva.
Lejos de ser un acto macabro o morboso, pasear por un cementerio es para mí un acto intensamente placentero de reflexión, un memento mori de andar por casa. Te ayuda a poner las cosas en perspectiva y como no es plan de ir con una calavera Vanitas de Zurbarán colgando por la vida, disfrutar de la belleza funeraria es toda una terapia para apreciar la vida y familiarizarse de forma natural con eso que llamamos muerte. Me resulta romántico y hasta divertido comprobar cómo el cementerio es el destino común de todos nosotros, ricos y pobres, feos y guapos, listos y torpes, buenos y malos, todos llegaremos allí algún día... seguro.
A todos los amantes del arte funerario, la paz y la trascendencia les recomiendo con entusiasmo la visita a este cementerio. La entrada es gratuita y la belleza infinita.
* Todas las imágenes están tomadas por mí en el Cementerio de Bilbao.
- Datos de interés para el visitante:
http://www.bilbao.eus/cs/Satellite/servfunerarios/Cementerio-de-Bilbao/es/100402857/Contenido