martes, 20 de marzo de 2012

"LAS VACACIONES DE ADÁN"



Mi última obra, recién acabada, con la pintura casi fresca; se trata de un óleo sobre lienzo, de 70 x 50 cm de tamaño, y es una particular versión de una de las mejores obras de René Magritte en mi opinión: "Las vacaciones de Hegel". Yo he sustituido el vaso de agua de la obra de Magritte por una manzana mordida en alusión al pecado original de Adán. De ahí su título: "Las vacaciones de Adán". Eva sigue "currando"...

domingo, 4 de marzo de 2012

ARTE DIVINO


Ahora que se acerca la Semana Santa, aprovecho para tocar temas menos mundanos que la cocina y algo más excelsos. Me apetece hacer un repaso por las que yo considero algunas de las mejores obras de arte religioso de todos los tiempos. La capilla Sixtina, El Cristo de San Plácido de Velázquez, El éxtasis de Santa Teresa de Bernini, La Inmaculada de Murillo y la Catedral de Monreale.

Soy creyente y reconozco a Dios como el artista supremo. Así lo hacía también el genio Miguel Angel Buonarrotti, que a finales de su vida escribió letras como las siguientes:

“Las vanidades del mundo me han quitado el tiempo que se me había concedido para contemplar a Dios. No solamente he desdeñado sus gracias, sino que también estuve siempre dispuesto a pecar, más aún que si no las hubiese tenido. Lo que a otro que no fuera yo habría hecho sabio, a mí me hizo ciego y vanidoso y torpe en reconocer mi error. La esperanza flaquea y no obstante, el deseo de ser liberado de mi amor propio por tí no cesa de crecer. Reduce para mí el camino que lleva al cielo, Señor mío salme al paso, porque aún así necesito tu ayuda. Haz que aborrezca lo que el mundo apetece y todas las bellezas que yo venero y adoro, para que antes de morir alcance la vida eterna”
* ("Miguel Ángel", de Gilles Neret, edit. Taschen, 2006).

Independientemente de las creencias o no creencias de cada persona, es indiscutible el riquísimo legado artístico que el cristianismo y la fe han dejado a la Historia del Arte. A los creyentes nos acerca a lo divino, a lo sobrenatural, al mundo espiritual y a los no creyentes, simplemente les regala un continuo espectáculo de belleza y buen hacer. Conozco muchos casos de ateos o agnósticos que disfrutan viendo una bella talla escultórica, por el mero placer estético.


Para este post, mi top five de obras comienza con la colosal Capilla Sixtina. La construcción del edificio se llevó a cabo entre 1473 y 1481 durante el mandato del Papa Sixto IV, a quien debe su nombre actual. El arquitecto encargado de la construcción fue Giovanni de Dolci, siendo la única obra por la que se le recuerda. Lo que llama la atención de la Capilla Sixtina no es su arquitectura, sino los frescos que recubren por completo las paredes y el techo. Algunos de los artistas más importantes que trabajaron en ella son Botticelli, Perugino, Luca o Miguel Ángel. Si algo destaca en las imágenes del techo son las nueve historias del génesis que ocupan la parte central: Están representadas las escenas desde la Embriaguez de Noé hasta la Separación de la Luz de la Oscuridad.



Seguimos con uno de los Cristos más bellos de la pintura, el de Velázquez.

“¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío? ¿Por qué ese velo de cerrada noche de tu abundosa cabellera negra de nazareno cae sobre tu frente? Miras dentro de Ti, donde alborea El sol eterno de las almas vivas. Blanco tu cuerpo está como el espejo Del padre de la luz, del sol vivífico…”

Esto lo escribió Miguel de Unamuno, el más influyente conductor intelectual de la Generación del 98, que hizo de la narrativa y la poesía – al igual que el ensayo- vehículos de las nociones más importantes de su pensamiento y acción, entre las que predomina el tema de la relación del ser humano con Dios, en estrecha vinculación con su postura estética.

Trata la identificación de esta constante en el extenso poema El Cristo de Velázquez, obra en la que se perciben los ecos de la mística del Siglo de Oro, especialmente de Fray Luis de León, Teresa de Jesús y Juan de La Cruz, además de la huella de numerosos textos bíblicos. Ante el avance de la idea de progreso material, propia de la modernidad, Unamuno percibe los riesgos del deicidio que deja al individuo cada vez más solo y sin finalidad. La existencia humana que se disuelve en la nada, produce en su ánimo una inmensa rebeldía convirtiéndose en uno de los motivos más poderosos y reiterados de su producción.


Obra soberbia donde las haya es la que representa el trance místico de Teresa de Jesús, de Bernini. Esta obra fue encargada por la familia Cornaro para la capilla familiar en la iglesia de Santa Maria della Vittoria, coordinándose con una serie de relieves que flanquean la capilla. Esta muestra una concepción totalitaria de las artes, encontrándose la Gloria Celestial pintada en dos tramos de la capilla, encontrándose también decoradas las pechinas y la cúpula. Santa Teresa fue canonizada por Paulo V en 1614, mismo año en el que fueron canonizados San Ignacio de Loyola y San Francisco de Borja, constituyendo así una propaganda a través de las artes de los santos de la Contrarreforma. La iconografía de Santa Teresa es de origen español, apareciendo representada aquí en el momento en que se siente atravesada por el dardo del amor divino, que porta un joven ángel. El ángel de formas clásicas intenta clavar el dardo de oro en la santa completamente arrobada de éxtasis, manifestando aquí Bernini un gran conocimiento de los afecti, al mostrarnos la expresión entre el dolor y el placer de ésta.


La Catedral de Monreale, en Sicilia, es a mi juicio una de las mejores muestras del arte bizantino, con su espléndido mosaico con el Cristo Pantocrátor que nos ciega con su pan de oro sublime, con su presencia serena y lujosa, mística y eterna.







Y no puedo dejar fuera del repaso a la dulce y tierna Inmaculada de Murillo. Una Virgen del pintor por antonomasia de la gracia sensible andaluza, de la ternura espiritual hecha carne sonrosada por obra y gracia de su pincel diestro. Si alguna Virgen me emociona es ésta. Delicada y etérea, sutil y eternamente presente en las aulas de la infancia de buena parte de los españoles nacidos en los sesenta y setenta. Estaba la pizarra, y estaba la Inmaculada, o el Cristo de Velázquez.

Recuerdo con cierta nostalgia mis días de babi y tiza con estas bellas imágenes de fondo.

De mayor aprendí que eran obras maestras de genios sin igual. Ahora me alegro de que estuvieran allí, siendo testigos mudos de mi aprendizaje, de mis viejos días de "cole"...


Que paséis todos una buena Semana Santa.